sábado, 17 de septiembre de 2011

El Pavellon de Barcelona/ Mies Van der Rohe



El Pabellón alemán fue diseñado por Ludwig Mies van der Rohe en el año 1929 como la obra de representación Alemana para la Exposición Internacional de Barcelona celebrada en Montjuic ese mismo año. El Pabellón se concibió como un recinto de modestas dimensiones y refinados materiales. Vidrio, acero y cuatro clases de mármol, estaban destinados a albergar la recepción oficial presidida por el rey Alfonso XIII junto a las autoridades alemanas. La originalidad en el uso de los materiales siempre destacada en la obra, no radica en la novedad de los mismos sino en el ideal de modernidad que representaban y su aplicación rigurosa, en cuanto a su geometría, de la precisión de sus piezas y de la claridad de su montaje.



Conocido como una de las obras más relevantes de la arquitectura moderna, el pabellón se caracteriza por la simpleza radical de su organización espacial y formas, junto con una ostentosa elegancia de los materiales aplicados. Fruto del continuo análisis al que ha sido expuesto a lo largo de los años, se le atribuyen distintas influencias entre las que destacan el particular gusto de su creador por la arquitectura tradicional japonesa, el suprematismo y el neoplasticismo.



Luego de la clausura de la Exposición, el Pabellón tuvo que ser desmontado en el año 1930. Pero debido al gran interés que generó la obra y su posterior reconocimiento, fue considerada la necesidad de su reconstrucción.



Oriol Bohigas en 1980 fue el impulsor de esta iniciativa desde la Delegación de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona. Fue así como se asignó a Ignasi de Sola-Morales, Cristian Cirici y Fernando Ramos como los arquitectos a cargo de la investigación, diseño y dirección de la reconstrucción iniciada en 1983. El nuevo edificio se inaugura en su ubicación original en 1986. El Pabellón Alemán se ubica en el extremo oeste de la Plaza de Carles Buigas, en un espacio transversal al gran eje de Montjuic. Se levanta sobre un plano rectangular horizontal recubierto en mármol travertino, que además de ser el soporte del edificio, lo aleja de la cercanía inmediata de la calle.



Sobre el basamento se desarrolla una composición en base una retícula regular de ocho columnas. El Pabellón define sus espacios mediante el juego ortogonal de planos desplazados, los muros se disponen de tal modo que generan una absoluta fluidez espacial al interior del edificio. Amplios ventanales continuos dibujan el límite exterior, declarando así la transparencia, la idea de libertad y progreso que la República Alemana buscaba reflejar en su momento.



Una visión del total nos pone en cuenta del carácter horizontal de su diseño, el basamento, los grandes voladizos de la cubierta, unido a sus proporciones, exacerban esta condición. La ligereza de las columnas de acero que relacionan estos planos le otorgan un carácter etéreo, dando un efecto de ingravidez.



Mies Van Der Rohe diseña el edificio separando la estructura del cerramiento así se genera un desprendimiento del techo con respecto a los muros, ya que éste apoyado sobre las columnas metálicas en cruz, permite que las paredes se dispongan de un modo más libre, siendo éstas en algunos casos elementos de soporte y en otros organizadores del espacio.



Podemos identificar claramente tres recintos dentro de la obra, un patio de recepción, un núcleo edificado y un patio trasero.



El primero está definido por ser el área de acceso, ahí se encuentra un espejo de agua cuyo fondo está cubierto en gravilla, una relación interesante se da entre la opacidad de los muros, el reflejo del agua y la transparencia del borde del pabellón. Una esquina en que predomina el vacío y la transparencia marca el ingreso al edificio.



El núcleo edificado se determina a través de planos de muros en distintos materiales y vistas controladas a través de transparencias, opacidades, traslapos y vacíos. Aquí entran en relación los nobles materiales utilizados, vidrio, acero, y cuatro tipos de mármol que recubren la armazón metálica del edificio: travertino romano, mármol alpino verde, mármol antiguo verde de Grecia y ónice dorado de las montañas Atlas, en África. Una pureza de formas casi minimalista caracteriza su disposición y diseño.



El último patio, se encuentra cerrado por una pared, presenta una poza de agua pequeña, dispuesta sobre ella se encuentra la estatua Alba, de Georg Kolbe. La imagen de la estatua se proyecta múltiples veces sobre reflejos del agua, los cristales o el mármol.



En la actualidad y debido a su interés como obra representativa del Movimiento Moderno, el Pabellón Mies Van der Rohe recibe visitantes todos los días, quienes pueden realizar tours instructivos durante todo el año. A su vez acoge de forma esporádica presentaciones y exposiciones temporales.













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